Autor: Pablo García Molina (NR, MSN, PhD candidate)
Las úlceras por presión (UPP) siempre se han considerado un evento adverso relacionado con la etapa adulta y la vejez.
Sin embargo, desde la aplicación de técnicas de terapia intensiva (Extracorporeal Membrane Oxygenation, High Frequency Oscillatory Ventilation, etc.) en población pediátrica (1-3) a los niños de cualquier edad, las UPP han sido un afecto adverso que les ha acompañado (4).
Pero, no solo los niños ingresados en unidades de cuidados intensivos pediátricos o neonatales (UCIP y UCIN) están en riesgo de padecer UPP, también los niños con enfermedades neurológicas o discapacitantes (mielingocele, miopatías congénitas, etc.) que implican largos periodos de inmovilidad o de posiciones forzadas -atendidos generalmente en su domicilio- pueden padecer este efecto adverso (5, 6).
En las unidades críticas la aplicación de las diferentes terapias intensivas exige en muchas ocasiones que los niños permanezcan inmóviles.
Para ello es necesaria, frecuentemente, la administración de sedación en perfusión continua y de relajantes neuromusculares (4, 7). La administración de esta medicación (o la presencia de ciertas enfermedades neuromusculares) hace que el niño permanezca inmóvil e insensible al dolor provocado por la compresión prolongada de los tejidos entre la piel y un plano duro. Este plano duro puede ser una prominencia ósea, una superficie de descanso o un dispositivo diagnóstico o terapéutico (8-10).
No podemos olvidar mencionar otros factores de riesgo como son:
- la desnutrición (11).
- la ventilación mecánica durante más de 7 días (4).
- procesos de hipotensión e hipoxemia tras cirugía.
- el contexto general del paciente crítico (12) y el riesgo de mortalidad (13) entre otros.
Pero, el factor de riesgo que más ha influido en el retraso de la toma de consciencia de las UPP en pediatría, tal y como refirió Storm en 1999, es:
la invisibilidad de este efecto adverso por parte de los profesionales sanitarios (14).
Los factores antes mencionados y la falta de provisión de recursos preventivos diseñados, específicamente diseñados para pediatría, han provocado que la frecuencia de las UPP en pediatría en nuestro país, sea más elevada en comparación con la epidemiología internacional.
1. Zollo MB, Gostisha ML, Berens RJ, Schmidt JE, Weigle CG. Altered skin integrity in children admitted to a pediatric intensive care unit. Journal of Nursing Care Quality. 1996;11(2):62-7. doi: 10.1097/00001786-199612000-00010.
2. Neideg JR, Kleiber C, Oppliger RA. Risk factors associated with pressure ulceres in pediatric patient following open-heart surgery. Progress in Cardiovascular Nursing. 1989;4(3):99-106.
3. Schmitd JE, Berens RJ, Zollo MB, Weisner M, Weigle CG. Skin Breakdown in children and high frequency oscillatory ventilation. Archives of Disease in Chilhood. 1998;79:1565-9.
4. Curley MA, Quigley SM, Lin M. Pressure ulcers in pediatric intensive care: incidence and associated factors. Pediatric Critical Care Medicine. 2003;4(3):284-90. Epub 2003/07/02. doi: 10.1097/01.pcc.0000075559.55920.36.
5. Okamoto GA, Lamers JV, Shurtleff DB. Skin breakdown in patients with mielomeningocele. Archives Physical Medical Rehabilitation. 1983;64:20-3.
6. Pallija G, Mondozzi M, Adele A. Skin Care of the Pediatric Patient. Journal of Pediatric Nursing. 1999;14(2):80-7. doi: 10.1016/s0882-5963(99)80041-4.
7. Aube N, Delaitre C, Jarreau PH. Peau: Soins d’hygiéne et techniques de surveillance par voie cutanée en reanimation neonatal. Journal de Gynécologie, Obstétrique et biologie de la reproduction. 2005;34(1):79-83.
8. Willock J, Harris C, Harrison J, Poole C. Identifying the caracteristics of children with pressure ulcers. Nursing Times [Internet]. 2005; 101(11):[40-3]. Disponible en: http://www.nursingtimes.net/.
9. Lund CH, Osborne JW, Kuller J, Lane AT, Lott JW, Raine DA. Neonatal skin care: clinical outcomes of the AWHONN/NANN evidence-based clinical practice guideline. Association of Women’s Health, Obstetric and Neonatal Nurses and the National Association of Neonatal Nurses. Journal of obstetric, gynecologic, and neonatal nursing : JOGNN / NAACOG. 2001;30(1):41-51. doi: 10.1111/j.1552-6909.2001.tb01520.x.
10. Waterlow JA. Pressure Sore Risk Assessment in Children. Pediatric Nursing. 1997;9(6):21-4.
11. Nilesh M, Mehta C. Clinical Guidelines: NUtrition support of the critivally ill child. Journal Parenteral Enteral Nutrition. 2009;33:260.
12. Gershan L, Esterly N. Scarring alopecia in neonates as a consequence of hypoxaemia-hypoperfusion. Archives of Disease in Chilhood. 1993;68:591-3. doi: 10.1136/adc.68.5_Spec_No.591.
13. Schindler CA, Mikhailov TA, Fisher K, Lukasiewicz G, Kuhn EM, Duncan L. Skin Integrity In Critically Ill and Injured Children. American Journal of Critical Care. 2007;16(6):568-74.
14. Storm K, Jensen TL. Skin care of preterm infants: strategies to minimize potential damage. Journal of Neonatal Nursing. 1999;5(2):13-5.