Megan Reitz & Christine A. Schindler en su artículo «Pediatric Kennedy Terminal Ulcer» en prensa en el «Journal of Pediatric Health Care», han descrito cómo son las úlceras terminales de Kennedy (UTK), en la infancia a través de la descripción del caso clínico de un niño con una enfermedad terminal que la desarrolló.
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¿Sabrías decir cuáles son las características de este tipo de úlceras? ¿Cómo las distinguimos de las UPP?
El diagnóstico de una UTK se basa en los antecedentes médicos, quirúrgicos y sociales del niño/a. Todos ellos deben ir dirigidos a tener una plena conciencia de que se aproxima la muerte del niño/a. Este tipo de úlceras deben ser evaluadas de forma exhaustiva y en un primer momento tratadas como si fueran UPP. Una vez quede claro que el niño/a está en un proceso terminal, es entonces, cuando podemos valorar que esta úlcera es parte un proceso irreversible y puede ser denominada como UTK.
Pero este tipo de lesiones también tienen unas características definitorias según las autoras. Habitualmente se localizan en sacro, tienen forma de pera, alas de mariposa o en forma de herradura. Son poco profundas inicialmente, tienen los bordes irregulares y pueden presentan un color rojo, amarillo, negro o violeta.
Además son úlceras que progresan rápidamente. Empiezan con un aspecto parecido a una UPP categoría I y II, pero en pocas horas o días evolucionan hasta tener una apariencia de categoría III y IV. Las autoras describen que la muerte del niño/a sobreviene a los días, semanas o pocos meses de la aparición de las UTK.
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¿Qué podemos hacer para prevenir las UTK? ¿Y cómo actuar si ya han aparecido?
Una UTK puede aparecer hasta con las medidas preventivas aplicadas adecuadas al riesgo, es decir, hasta siendo portador de una superficie especial del manejo de la presión (SEMP) activa -presión alternante- o incluso con dispositivos de alivio de la presión occipital, o aplicando ácidos grasos esenciales (AGE) se pueden encontrar UTK en la piel de un niño/a.
A pesar de que la curación es a menudo el objetivo, el equipo interdisciplinar (enfermería, auxiliares de enfermería, pediatras, etc) debe establecer metas más apropiadas, incluyendo el control del dolor asociado con la herida, la prevención de la infección, y la gestión de cualquier exudado para evitar la maceración de la piel perilesional (pudiendo usar para ello productos barrera en formato spray o pasta enriquecida con óxido de zinc según localización de la UTK). La valoración de la UTK y de la piel debe ser exhaustiva y al menos una vez al día (siempre que se pueda movilizar). Deben aplicarse SEMP adecuadas a su riesgo que no movilicen en exceso al niño/a. Por tanto siempre que podamos contar con una SEMP reactiva con motor, de baja presión constante, evitará que puedan aparecer nuevas úlceras y aseguraremos el confort. Las autoras nos recuerdan la necesidad de registrar en su historia clínica los factores de riesgo y las estrategias empleadas para mejorar la perfusión de la piel.
Es crucial que el equipo interdisciplinar esté formado en el cuidado de los niños/as con enfermedades terminales. Solo de esta forma pueden dar una respuesta adecuada ante la aparición de una UTK. Siendo más importante evitar cualquier futura complicación o deterioro de la piel, antes que intentar curar completamente cualquier úlcera.
Las autoras han descrito un tipo de lesión del que no tenemos datos fidedignos que nos permitan averiguar su magnitud real en la población pediátrica. Nuevos estudios deben ser diseñados para conocer los datos reales. Desde las asociaciones de cuidados paliativos deberían tener en cuenta el cuidado de la piel como un criterio de calidad asistencial en la infancia en un proceso de enfermedad terminal.
Dr. Pablo García-Molina
Editor UPPPEDIATRIA.org